Spacedreamer III

Explosión.

El clustcoop había mostrado un fallo de seguridad, la pasta electrolítica combinada al circuito interno presentó un rezago de microcombustión debido a la velocidad de procesamiento del robot al reflejo del sol. La radiación y el enfoque realizaron su trabajo, el problema aquí es que ningún servbot se dignó a revisar la parte posterior del clustcoop mientras realizaban labores rutinarias de limpieza y llamar para mantenimiento antes de que esto constituyera una falla mayor.

Según se me avisó, el asunto por el que me llamaron fue sobrecalentamiento y ruido producido en los arneses externos al edificio. La experiencia en el ramo y la intuición me fallaron al ponerme a indagar la estructura del edificio antes de la unidad central de procesamiento.

Apenas hube abierto la habitación, aprecié el zumbido proveniente del sistema, así que me acerqué y encendí la terminal para comandar el diagnóstico básico; todo funcionaba perfectamente. El destello me produjo encandilamiento, la cabeza y el cuerpo me dolían; intenté aproximarme a la puerta, pero el sórdido impacto me empujó al suelo al cabo de la explosión mayor.

Imposibilitado de cuerpo, ahora me encuentro en un centro de recuperación, en pleno bloque ausente, donde no había estado antes desde los tres años que abandoné este lugar. Estoy pegado a un conjunto de tensores y mangueras que son lo que mantiene mi espalda en una posición firme, debo mencionar que tengo prohibido abandonar las instalaciones internas pues los medbot analizan supuestos percances internos experimentados por mi cuerpo a partir de la explosión nuclear prácticamente junto a mi persona, inspeccionan y registran principalmente el hecho de que siga con vida.

Las mangueras me alimentan, mi dieta se basa en semillas que poco se entrometan con el estudio general. Es incómodo habitar con estos artefactos en el cuerpo, además me siento inútil para trabajar programando cualquier cosa; en el bloque ausente están obligados los ciudadanos a mantenerse alejados de los dispositivos electrónicos.

Es asfixiante saber todo lo que experimentan en mí, llevo unas horas en el lugar y ya deseo salir huyendo; lo peor de todo es que desde que tomé un ordenador en mis manos, jamás había estado distante de uno por más de un día, es una sensación compleja de explicar; nunca me sentí un experto para la programación, pero hoy que me entero de las carencias de este bloque pienso en todas las cosas con las que podría ayudar a facilitar la vida en este lugar y para las que muchos de los aquí presentes podrían servir también.

En el centro de recuperación además de enfermos terminales habitan héroes de guerras, mandatarios criogenizados, ancianos que en algún momento de su vida fueron importantes al servicio de la Nube, celebridades sobrevivientes que impulsaron a la lucha en favor de los bloques. La gente se ve bien, no se ven estragos de impaciencia en ellos, es como si no se dieran cuenta de lo tedioso que es estar aquí, incluso peor, como si hubieran intervenido quirúrgicamente en ellos para evitar que recordaran algo del exterior.

Llegó la hora de dormir, mi habitación no es otra cosa que la sala de recuperación en la que me extirparon la columna; ingresé aquí por la escotilla superior acompañado por el medbot que realiza cálculos finales, mientras me conecta a la cama que funciona como un magneto de gran tamaño absorbiendo mi energía, me siento exhausto, desfallezco.


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