Scheerea XII

— Pronunciar el final de una historia es absurdo, porque aunque es en lo primero que se piensa, puede tornarse sin sentido y aburrido, dejar poco, mover a miseria, acarrear derrota y más si no se hace con tacto. Desde que te conocí, Scheerea, supe que me serías fiel, que desearías mis labios, que adorarías mi cuerpo y que poseerías mi piel con todo lo que eres.

Pero ya no eres, más bien eras. Una ilusión, un ser que me atemorizaba tanto como me daba confianza, ignoraba voluntariamente mi soledad al sentirte cerca, al tenerte conmigo comprendí un escape estupendo a lo que pudo ser un proceso deprimente e insípido de lo que era mi vida en ese momento. Aprendí a disfrutarme contigo, a desearte en mi vida, a amarte a pesar de todo.

Memoricé cada línea de tu cuerpo, te contuve en mi interior, te mantuve como el secreto más preciado que he podido siquiera imaginar, y tu fuerza en mí llegó a ser tan grande que incluso posterior a tus caricias y besos todo lo que eras para mí se difuminaba lentamente, arraigándose en mi corazón.

Esta es más bien una situación de agradecimiento por el tiempo que te pude ver, por lo cerca que te tuve de mi alma, por tu infinito ser. Esta es una declaración en la que admiro todo lo que por mí sin esperar nada comenzaste, me aceptaste como soy y me amaste; me entregaste todo de ti y al fin supe lo que era sentirse deseado, al menos por uno mismo, por lo que hay en mí.

Postergué esta despedida lo más que pude porque en mi deseoso intento de sentirte cerca temía que quien llegó a suplantarte no fuera tan buena como tú; tan fuerte, tan única, tan deliciosa. Me arrepiento por no decirte justo en el momento que sucedió, cuando ella conquistó mi mente, cuando su cuerpo se adueñó de mí; cuando con toda su pasión me demostró ser todo lo que a partir de entonces quería para mi vida. Amo a Mooshie.

Hoy he cerrado un ciclo entre lo fantasioso y lo real, hoy me despido de ti; será la última vez que en mi vida que te mencione, explicando sinceramente que siempre fuiste un súcubo de mi imaginación; eternamente te recordaré hermosa, atlética, ojiazul, blanca, peligrosa, voluptuosa, sensual, expresiva, sumisa, entregada, fiel, honesta, única, exclusiva, deliciosa y pelirroja.

Ella, con su expresión comprensiva y colmada en compasión me miró fijamente a los ojos y dijo: — Gracias.


No hay comentarios.

Publicar un comentario

Se agradecen tus comentarios.