Primero que nada necesito que leas todo antes de replicar, insultar, justificar o siquiera respingar.
Bueno. Tu caso me recuerda mucho al mío,y te lo digo así porque así es; es notorio, es real y sé que sucede. Te sucede exactamente como me sucedía a mí, te consume como lo hacía conmigo, y eso se llama amor. Estás enamorada de mí; puedes negarlo, dudarlo y rechazarlo sin aceptarlo, pero veo en ti un ejemplo exacto de cómo era yo.
Yo me enamoré de alguien del mismo modo, le veía y quería hablarle, quería demostrarle lo mucho que la amaba... Y sí, era amor; pero existe una delgada línea entre el amor y la obsesión, y esa chica sabía muy bien lo mucho que yo la amaba.
Así que después de desvivirme por gustarle, por llenar sus expectativas y cumplir sus gustos hizo lo que tenía que hacer para destruir esa pequeña dependencia a la autocompasión que estaba alimentando inconscientemente en mi interior. Me cortó de tajo. Me rompió el corazón. Literalmente me mostró que yo entre un millón de hombres no era seleccionable por ella. Y me dolió, me dolió mucho, casi la habría odiado de no ser por lo mucho que la amaba...
Y me propuse una cosa: Ser mejor que todas sus expectativas y mostrarle lo genial que hubiera sido tenerme. Pero eso no dejaba de ser una opinión egoísta y personal... Un capricho.
Así, al cabo de los días tuve que entrar en razón, después de varios galopes contra la nada comprendí que la necesidad de alejarme de su parte era por el mucho daño que yo mismo me hacía al amarle.
Y entendí que sí, es verdad; seré mejor que lo que ella espera. Pero ella apenas y quiere un alguien; entonces, en mi excéntrico modo de crecer la habría olvidado, puesto a un lado e incluso suplido.
Ahora. Creo que te sucederá igual. Porque necesito que te quede claro, sin afán de ofenderte, que no eres para mí. Me excitas, claro, soy un hombre de sangre caliente. Creo que eres guapa también, pero al mismo tiempo que mereces a alguien más a tu estilo.
Necesito sin embargo que dejes de sufrir de amor por mí, espero que no me odies por ser honesto, que me superes pronto y que veas mientras cambias para bien las recompensas que hay allá afuera para alguien como tú.
Reitero, eres yo hace apenas un tiempo y sé exactamente cómo reaccionas y cómo piensas. Te lo ruego, no te ofendas. Es eso todo lo que tenía para decirte.
(Se lo dije hace un rato, tal cual está escrito, a la única dama que me ha amado hasta ahora. Gran amiga.)
Bueno. Tu caso me recuerda mucho al mío,y te lo digo así porque así es; es notorio, es real y sé que sucede. Te sucede exactamente como me sucedía a mí, te consume como lo hacía conmigo, y eso se llama amor. Estás enamorada de mí; puedes negarlo, dudarlo y rechazarlo sin aceptarlo, pero veo en ti un ejemplo exacto de cómo era yo.
Yo me enamoré de alguien del mismo modo, le veía y quería hablarle, quería demostrarle lo mucho que la amaba... Y sí, era amor; pero existe una delgada línea entre el amor y la obsesión, y esa chica sabía muy bien lo mucho que yo la amaba.
Así que después de desvivirme por gustarle, por llenar sus expectativas y cumplir sus gustos hizo lo que tenía que hacer para destruir esa pequeña dependencia a la autocompasión que estaba alimentando inconscientemente en mi interior. Me cortó de tajo. Me rompió el corazón. Literalmente me mostró que yo entre un millón de hombres no era seleccionable por ella. Y me dolió, me dolió mucho, casi la habría odiado de no ser por lo mucho que la amaba...
Y me propuse una cosa: Ser mejor que todas sus expectativas y mostrarle lo genial que hubiera sido tenerme. Pero eso no dejaba de ser una opinión egoísta y personal... Un capricho.
Así, al cabo de los días tuve que entrar en razón, después de varios galopes contra la nada comprendí que la necesidad de alejarme de su parte era por el mucho daño que yo mismo me hacía al amarle.
Y entendí que sí, es verdad; seré mejor que lo que ella espera. Pero ella apenas y quiere un alguien; entonces, en mi excéntrico modo de crecer la habría olvidado, puesto a un lado e incluso suplido.
Ahora. Creo que te sucederá igual. Porque necesito que te quede claro, sin afán de ofenderte, que no eres para mí. Me excitas, claro, soy un hombre de sangre caliente. Creo que eres guapa también, pero al mismo tiempo que mereces a alguien más a tu estilo.
Necesito sin embargo que dejes de sufrir de amor por mí, espero que no me odies por ser honesto, que me superes pronto y que veas mientras cambias para bien las recompensas que hay allá afuera para alguien como tú.
Reitero, eres yo hace apenas un tiempo y sé exactamente cómo reaccionas y cómo piensas. Te lo ruego, no te ofendas. Es eso todo lo que tenía para decirte.
(Se lo dije hace un rato, tal cual está escrito, a la única dama que me ha amado hasta ahora. Gran amiga.)
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