Desvelada
El lunes comienzan las clases, un nuevo ciclo está a la puerta, veré profesores nuevos, trataré compañeros clásicos e iniciaré con deseos de lograrlo. La carrera es fácil para algunos, complicada para otros, un hilo de inconsistencia para los últimos.
Anoche me quedé despierto hasta las tres, desarrollando una tarjeta de presentación web para mí mismo, ven cómo soy de vanidoso a veces; intenté ser honesto, pues había ahí un espacio para el currículo, he visto tanta gente inflándose en el "nombre" pero desinflándose en el plano laboral que no me llama la atención hacer lo mismo, decir lo que no soy.
Hace unos días, después de recapacitar un poco en lo que a programación refiere (y queriendo hacer siempre las cosas a mi modo y desde cero), comprendí por completo que el programador es aficionado a los rompecabezas, alguien que une piezas ya existentes para formar otra cosa. Por eso me costaba tanto entenderlo, por el querer iniciar de nada. El querer comprender todo, desde lo básico; pensar como el microprocesador al enviar, procesar y recibir datos entre registros.
Dañé también una web a casi nada de terminar, el respaldo más reciente lo había hecho unos días atrás por lo que perdí toda la información del avance; me entristecí un poco porque me estaba quedando hasta el momento bastante linda.
Finalmente mencionar que durante toda la semana no he redactado ni un minicuento, no he olvidado el proyecto de llegar a cien y publicarlos; apenas estoy en la décima parte. Como todos los proyectos tengo la creencia que el inicio de esos y el fin tienen un por qué y en Dios está el momento de verse realizados. Eso es lo que tengo para decir hoy: Producir es obligatorio, esperar es necesario.
Anoche me quedé despierto hasta las tres, desarrollando una tarjeta de presentación web para mí mismo, ven cómo soy de vanidoso a veces; intenté ser honesto, pues había ahí un espacio para el currículo, he visto tanta gente inflándose en el "nombre" pero desinflándose en el plano laboral que no me llama la atención hacer lo mismo, decir lo que no soy.
Hace unos días, después de recapacitar un poco en lo que a programación refiere (y queriendo hacer siempre las cosas a mi modo y desde cero), comprendí por completo que el programador es aficionado a los rompecabezas, alguien que une piezas ya existentes para formar otra cosa. Por eso me costaba tanto entenderlo, por el querer iniciar de nada. El querer comprender todo, desde lo básico; pensar como el microprocesador al enviar, procesar y recibir datos entre registros.
Dañé también una web a casi nada de terminar, el respaldo más reciente lo había hecho unos días atrás por lo que perdí toda la información del avance; me entristecí un poco porque me estaba quedando hasta el momento bastante linda.
Finalmente mencionar que durante toda la semana no he redactado ni un minicuento, no he olvidado el proyecto de llegar a cien y publicarlos; apenas estoy en la décima parte. Como todos los proyectos tengo la creencia que el inicio de esos y el fin tienen un por qué y en Dios está el momento de verse realizados. Eso es lo que tengo para decir hoy: Producir es obligatorio, esperar es necesario.
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