Scheerea VIII
Ayer volviste Scheerea, hacía más de un mes que no sabía nada de ti; quise hacer todo a mi alcance para ignorarte pero no me es posible en totalidad. A veces, hago de cuenta que no existes y nunca has existido en mi vida y dedico mis tiempos a realizar actividades de otro tipo.
Hoy he aprendido que trabajando con el máximo esmero posible y haciendo las cosas de la mejor manera puedes resultar impresionante para otros. Como persona, como compañero, como ser humano.
Pero me hace falta algo Scheerea, sabes que cada que observo atentamente la profunda hermosura de tus ojos y tus labios insinuantes de ese rojo intenso me señalan te quiero consumir en mí. Me hace falta madurar dicen algunos, hace falta que me olvide de mi pequeño talento que es recordarte como alguien elemental. No sé qué tan cierto sea eso, he notado algunos "maduros" que más que eso sea una cualidad son depresivos, orgullosos, egoístas, altaneros, pretenciosos; cosas que no quiero para mi persona.
Es cierto, el placer que me resulta el sentir tus labios sobre mi acalorado cuerpo en una noche de verano como hoy no es comparable a nada. Me encanta poseerte, esa fascinante sensación de poder de la que me llena tu cuerpo rebosante me compara a un soberano rey.
Mis manos regocijándose sobre las líneas de tu mapa corporal, los montes y collados esplendorosos en ti. Tus pechos, piernas, cintura, espalda, cuello, me siendo inundado.
—¿Te puedo morder un poquito? —. Dijo con sus hombros recargados en mis rodillas.
¿Cómo negarme a esa gran satisfacción? El placer del ser, del saber, del tener para mí algo tan grandioso como su soberana personalidad me ha hecho digno representante del amor a la feminidad.
Mientras el final de su piel se perdía en el mío, mientras la geometría del corazón en su cuerpo fuertemente marcado, mientras con gozo el vaivén dignificaba el momento, mientras olvidaba cualquier temor en mi pasado; mientras todo aquello sucedía, volvía a existir.
Es como faltar al respeto con autorización previa. Hermosa amante.
Hoy he aprendido que trabajando con el máximo esmero posible y haciendo las cosas de la mejor manera puedes resultar impresionante para otros. Como persona, como compañero, como ser humano.
Pero me hace falta algo Scheerea, sabes que cada que observo atentamente la profunda hermosura de tus ojos y tus labios insinuantes de ese rojo intenso me señalan te quiero consumir en mí. Me hace falta madurar dicen algunos, hace falta que me olvide de mi pequeño talento que es recordarte como alguien elemental. No sé qué tan cierto sea eso, he notado algunos "maduros" que más que eso sea una cualidad son depresivos, orgullosos, egoístas, altaneros, pretenciosos; cosas que no quiero para mi persona.
Es cierto, el placer que me resulta el sentir tus labios sobre mi acalorado cuerpo en una noche de verano como hoy no es comparable a nada. Me encanta poseerte, esa fascinante sensación de poder de la que me llena tu cuerpo rebosante me compara a un soberano rey.
Mis manos regocijándose sobre las líneas de tu mapa corporal, los montes y collados esplendorosos en ti. Tus pechos, piernas, cintura, espalda, cuello, me siendo inundado.
—¿Te puedo morder un poquito? —. Dijo con sus hombros recargados en mis rodillas.
¿Cómo negarme a esa gran satisfacción? El placer del ser, del saber, del tener para mí algo tan grandioso como su soberana personalidad me ha hecho digno representante del amor a la feminidad.
Mientras el final de su piel se perdía en el mío, mientras la geometría del corazón en su cuerpo fuertemente marcado, mientras con gozo el vaivén dignificaba el momento, mientras olvidaba cualquier temor en mi pasado; mientras todo aquello sucedía, volvía a existir.
Es como faltar al respeto con autorización previa. Hermosa amante.
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